Fuerza del Pueblo, el peligro de nunca llegar a ser

Su nacimiento no llegó producto de la idea de entes ideológicamente o socialmente motivados, sino un grupo de expulsados (o autoexpulsados) de una organización política que, de por si, ya estaba ajena a lo que otrora fue el bochismo.

El partido comienza seleccionando a los «dirigentes», importados del enclave morado que se mudaron con galones incluidos y así, como ente fruto de una división, los líderes autóctonos se volvieron 0, el partido engordó gracias a la succión de la militancia molesta por el llamado Danilato hegemónico de aquella organización política que dejaban detrás.

Guste o no, la creación de la Fuerza del Pueblo es completamente similar al hoy Gobernante PRM, partidos sin ideologías, creados de inmigraciones políticas, cargando hasta los vicios de prácticas grupales y clientelares, demostrado en la nula transparencia de las primarias para la escogencia de candidatos, todo un desastre institucional cargado de traspié, fraudes, imposiciones y cuentos que solo ellos se creyeron, pero incrustando en las mentes de las militancias que no son partidos, sino organizaciones secuestradas por élites donde nunca habrá democracia.

Mientras hay temor de nuevas divisiones e incluso el desmoronamiento del partido de gobierno de cara al 2028, el descontento interno en los nuevos «verdes» por la forma en que se concluye lo que se decide ahí, no es menos despreciable toda vez que desde ahora se sabe, Leonel será el candidato y si no, su hijo, como si de una trivial dinastía se tratare.

Es claro que su mal no es peor que el de los morados, que han logrado crear una casta Danilista, donde el secretario general es sello gomígrafo del presidente y cerraron, por ahora, hasta con purgas incluidas, el camino a la democracia, amén de los números.

Los de Leonel andan como la única oposición con posibilidades, en un país donde a los partidos chiquitos les quitan el posibilidades de prevalecer si no es que van atados a los grandes, y donde el resto pierde la esperanza en el sistema entero porque no hay para donde ir, no hay matices, todos parecen clones de si mismos y del que le compite.

De cara al 2028 el país está atrapado en los mismos del 2024, que a la vez fueron los del 2020, de castas que juegan a la ruleta de que República Dominicana no pare «mesías» y los que surgen o bien amanecen desconectados del pueblo o, subidos en sus egos, creen son en realidad opción, no entendiendo la cofradía que realmente es la que manda en el país y su política secuestrada.

Desde ya, en las filas y estructuras de la Fuerza del Pueblo se sabe quién ocupará cada cargo producto de la convención venidera, pues hay consenso que no será ni mejor ni peor que la morada, sino similar, donde los de arriba cerrarán el paso a los que no sean de ellos, dejando quién sabe para otra generación, la esperanza de una organización donde se pueda hacer política de verdad, con ideologías incluidas… quién sabe, algún día, aún son aceptadas las utopías.

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